Quizá en otro tiempo hubiera echado a volar, dejado abierta la jaula y tomado lo que me dabas -eso que repetidas veces se convirtió en nada, estando en mis manos. Te hubiera esperado a la salida, saludado con la sonrisa y el beso cálido; la historia hubiera seguido como lo planeamos, como lo deseabas desde el principio.
En algún punto he tomado el sendero largo hacia el final, ese donde no caben dos, mucho menos tres. Y quisiera decir que lo siento, que me duele y que volveré. Sin embargo las palabras se niegan a salir, se convierten en una masa extraña que se guarda en algún lugar muy profundo de mi ser para salir a media noche en forma de parvada de pájaros enloquecidos buscando la luz...
No me dueles nada, no siento más que este extraño halo de pequeñas partículas de polvo que rodean e impulsan mi cuerpo y es justo decir que jamás volveré.
Taun.