El joven se encontraba sobre mí cuerpo, me parecía atractivo y se movía de adelante hacia atrás jalando con fuerza, aparentaba saber lo que hacía a pesar de su corta edad. Lo veía cerrar los ojos y exhalar una gran cantidad de aire. No quería cerrar los ojos porque me daba pena que sospechara que era mi primera vez en esa posición. Me dolían las rodillas por la presión que ejercía sobre la silla al sentir como entraba aquella cosa enorme en mi interior. Se sentía tan fría y por supuesto la humedad ahí adentro hacia ruiditos al forzar la estreches del espacio.
Se hizo evidente mi nerviosismo y mirándome fijamente a los ojos me dijo que si de alguna manera me lastimaba le avisara inmediatamente para detenerse. El corazón quería botar de su lugar, por supuesto que me dolía. Accedí a cerrar los ojos y me concentre en el aroma que emanaba de su pecho, parecía una mezcla de brisa de mar y hojas secas. Vestía una camisa en un color claro que hacia transparentar su bien formados pectorales.
Se detuvo un momento, limpio su frente con un pañuelo. Ya casi terminamos –me dijo al tiempo que una leve sonrisa de satisfacción se dibujaba en su rostro canela. Mentalmente le rogaba a Dios que acabara y me dejara salir de ese lugar, me asfixiaba poco a poco. No me permitía mover más que los ojos, deseaba ser partícipe de aquel procedimiento y el sentimiento de querer salir corriendo se hacía cada vez más presente. –Cálmate, solo un momento más, me dijo a la vez que preguntaba mi nombre para hacer tiempo y lograr distraerme. Respondí con mi vocecita miedosa –Soy Laura, y volví a sentir ese aparato largo contonearse adentro. Al terminar tuve que quejarme fuertemente pero la vi fuera de mí, él la sostenía con cuidado mientras la limpiaba con un pañuelo. Me la mostró con un tono rosado sangrante que sentí un enorme alivio. En mí alcanzaba apreciar un enorme hueco y la piel alrededor más frágil que nunca. Limpió todo el líquido que se había acumulado dentro, me extendió un vaso de agua para que enjuagara mi boca. Me quede un rato sentada y él se alejo.
Una vez en el escritorio escribía pausadamente, como cuando le envías un regalo a alguien especial y no sabes que decir en la tarjeta; pero el solo llenaba una receta médica no tenía que ser tan lento (pensé) lo hace todos los días. En tres días estarás mejor y el dolor sedera con el medicamento que ahí te sugiero. Nos vemos en una semana Laura… ¿Acudir al dentista no es tan grave, verdad? _Preguntó mientras inclinaba la cabeza y me guiñaba un ojo esperando una respuesta. Asentí con mi mejilla inflamada y le dije adiós con la mano, no tenía ánimos de hablarle después de tan intensa situación.
Taun We