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jueves

Vacío


Se puede estar tan vacío que al cerrar los ojos y observarse detenidamente el espacio puede ser interminable. La soledad interna es apabullante y no existe persona o propiedad capaz de disiparla; se respira con dificultad, los sueños se tornan intranquilos y aquello que solía darnos placer ahora nos toca sin llegar a aquellas fibras internas que antes vibraban al menor roce o pensamiento.


La amargura es una intensa pasajera, se instala de a poco hasta cubrir por completo el pasado y futuro inmediato.

Taun We

martes

Carta


Yo, sí -¿Pero y la estrella de la tarde, que subía y descendía
de los cielos cansada y olvidada?
¿Y los pobres, que golpeaban las puertas, sin resultado, haciendo
vibrar la noche y el día con su puño seco?
¿Y los niños, que gritaban con el corazón aterrado?: "¿por qué
nadie nos responde?"
¿Y los caminos, y los caminos vacíos, con sus manos extendidas
inútilmente?
¿Y el santo inmóvil, que deja a las cosas continuar su rumbo?
¿Y las músicas encerradas en cajas, suspirando con las alas
recogidas?

¡Ah! –Yo, sí –porque ya lo lloré todo, y despedí mi cuerpo
usado y triste,
y mis lágrimas lo lavaron, y el silencio de la noche lo enjugó.
Pero los muertos, que enterrados soñaban con palomas ligeras
y flores claras,
y los que en medio del mar pensaban en el mensaje que la playa
desplegaría rápidamente hasta sus dedos...
Pero los que se adormecieron, de tan excesiva vigilia –y que yo
no sé si despertarán...
y los que murieron de tanta espera... -y que no sé si fueron salvados.

Yo, sí. Pero todo esto, todos estos ojos puestos en ti, en lo alto
de la vida,
no sé si te mirarán como yo,
renacida y desprovista de venganzas,
el día que necesites el perdón.

Poema de Cecilia Meireles.

jueves

Fiesta


Todos mis amantes volvieron hoy a visitarme
La polifonía comenzó con el alba y seguí sus pulsaciones:
Me desplegué sobre sus líneas verticales o redondas
Los aceché con mi lengua
Las bocas se multiplicaron en medio de los sexos danzantes
Los dejé encallar en mí delta
O deslizarse por el cuerpo inventado a sus caprichos.

Navegaron sin tropiezos en las aguas que me sostenían
Curvaron en mis ondulaciones
Jugando a sofocarme en sus corrientes
Y me abrían el hambre de más olas.

¡De pronto
Mis amantes sintieron pánico
Soltaron las ganas
Salieron de escenas!

Desperté
con el cuerpo molido
detrás del escaparate.


Poemas de Hincaduras / Dalia Margot Baptista Araujo
Publicado por bid & co. editor en 2013 en la ciudad de Caracas, Venezuela

Volver contigo



-No tenía de dónde escoger. 
Eras tú o Nadie. 
Por esa razón hui con Nadie. 
Al menos cuando terminé con Nadie me ofreció una alternativa: volver contigo.


Fuente: Crónicas de olvido

domingo

Bailar en la cueva


Mi cuerpo al tuyo y el tuyo al mío.
Los dos bebiendo
de un mismo aire.
El pulso latiendo
y el muslo aprendiendo a leer en Braille.

Bailar,
como creencia, como herencia, como juego.
Las sombras en el muro de la cueva,
girando alrededor del fuego.

La música bajo los árboles
y nos siguió por las llanuras.
La música enseña, sueña, duele, cura:
Ya hacíamos música muchísimo antes de
conocer la agricultura.

La idea es eternamente nueva:
Cae la noche y nos seguimos juntando a
bailar en la cueva.

Bailar, bailar, bailar, bailar!

Me guías o te guío yo?




Jorge Drexler / Bailar en la cueva



Otro día nefasto


Subí las escaleras, dejé la taza en la mesilla que había junto a mi cama y me metí debajo del edredón sin desvestirme. Amontoné las almohadas y estiré la mano para coger el té. Cuando el líquido caliente y dulce llegó a mi torrente sanguíneo me di cuenta de lo fría y vacía que me sentía.

Estaba muerta de cansancio, pero no podía cerrar los ojos. Así que me quedé allí sentada toda la noche, tapada hasta el cuello con el edredón, hasta que la luz entró a través de las cortinas. En algún punto entre el sueño y la vigilia, mi cerebro registró que acababa de comenzar otro día nefasto.

Título original: Numbers
Rachel Ward, 2011

sábado

Un poco contigo, y en gran parte sin mí.


Por alguna extraña razón se han archivado nuestras antiguas conversaciones, las bromas, tus verdades incómodas, mis burlas y ese «todo» que fuimos. 
¿Sabes qué me cuesta más que aceptar que perdí? Me duele descubrir que es evidente que no te supero, estás pero no; al mismo tiempo, es muy cruel darme cuenta que te extraño, tanto que no puedo expresar lo que me duele en este momento. 
Cuan diferentes seríamos de haber seguido por el mismo camino. 
He llorado un poco al leerte como antes, ese compadrazgo que teníamos no lo he podido igualar, me quedé un tanto hueca, deje de confiar como solía. Eras un sol, alegrabas mi vida y sé que me querías más de lo fuiste capaz de admitir.
 ¿Haz notado lo grande que nos vemos, lo poco que sonreímos al coincidir? Disculpa la frialdad de la última vez, sentía el corazón palpitar justo bajo mi lengua y me puse seria, tensa, quizá un poco naranja; como una hoja a punto de abandonar la rama que le da vida. Solíamos fluir tan bien juntos, aún siento que paseas por algunas de mis orillas, cuando el vino se incrementa en mi sistema te quiero ver. Regresas a mis ojos, tan vivo, tan feliz; tus enormes pasos te alejan, vuelvo a decir adiós, recuerdo que hace mil años te fuiste y yo... me quedé, un poco contigo y en gran parte sin mí. 

Shalalá...

Taun We

Y, nada...

Existen muchas maneras de correr hacia la nada; entre todas ellas mi favorita y por ello recurrente es adentrarme en un mundo que no me pertenece. Hundirse en unos brazos firmes, piel cálida y el palpitar musicalmente acorde con el momento, es delicioso.

Taun We

viernes

Cosas mudas

Tengo un jodido miedo de todo. Tengo miedo de no llegar a nada en la vida. Tengo miedo de que (...) muera. Tengo miedo de no tener a nadie a quien poder llamar por teléfono. Tengo miedo de que tú me dejes.

Estoy en mi cuarto y dentro solo hay cosas mudas. Nadie con quien hablar. Los libros están mudos, porque resulta que además no hay ningún Soñador que me explique nada o me convenza de que me podrían gustar. Los cómics están mudos, a pesar de sus colorines. El equipo de música está mudo, porque no tengo ganas de encenderlo. El PC está mudo, porque esa pantalla tan profunda que puede contener el mundo entero, si la miras de perfil no es más que una pantalla plana. Y te preguntas cómo consigue contener tanto mundo, tanto mar, con lo plana que es. Hoy todo está mudo en mi cuarto. Pero no quiero huir. Quiero resistir. Hoy en mi cuarto la tristeza entra a oleadas. Trato de atajarla con una esponja. Doy risa. Resisto unos minutos, luego el miedo asciende, y soy un náufrago en medio de un océano de soledad.

Floto en un desierto completamente blanco: una enorme habitación blanca insonorizada, en la que no se distinguen ni los rincones de las paredes. No sabes dónde está la parte de arriba ni la de abajo, la derecha ni la izquierda... grito, pero todos los sonidos son devorados. De mi boca salen palabras ya podridas. (...) llámame, por favor.


-Blanca como la nieve, roja como la sangre /Alessandro D'Avenia

jueves

Hoy no



Todos somos el mismo hilo, a veces hecho nudos, otras simplemente tendido a  una sola vista; simple, hermoso, corto como la vida misma. 

Pero hoy no.

Taun We

Jodidamente irreparable

A veces no sientes atracción física hacía alguien, sino sentimental. Te enamoras de su alma y eso es jodidamente irreparable.


Me pasó hace años. Y es una pena que una persona tan bella camine por ahí sin una parte de esa alma que decidió quedarse conmigo, al tiempo que lo dejó medio vacío, medio vivo... medio amando a otras personas. Y a mi esperando.

Taun.

martes

Le sonreí



Le sonreí, llena de dolor, pero dentro de ese dolor acababa de descubrir algo muy importante. Él se había trasformado ahora en la persona que yo más quería en el mundo.

Mi planta naranja lima.



domingo

La llevo muy mal



Soportar ese dolor constante por tanto tiempo es realmente agotador, aún cuando no es tuyo, se siente muy real. Dormir a su lado me ha orillado a inventar una rutina noctámbula singular. Mis neuronas espejo me juegan una pasada, sufro más que él mientras duerme y olvida un poco, a veces así lo siento, soy puro egoísmo. Pero a mi favor pondré de escudo mi empatía a prueba de sermones.
La llevo muy mal. No poder calmarlo, aún intentando todo lo posible. Descubrir con un poco de asombro que el amor no lo cura todo, sino que lo empeora y te hace llorar en silencio cada noche, preguntarte por que a la persona que más amo, admiro y justo siento que no puedo vivir sin su hermosa compañía le aqueja, lo que sea que le pase, aún no hay diagnóstico, aunque si muchas esperanzas.
Hay muchas maneras de sobre llevar lo malo; la mía es nadar entre lágrimas por las noches, y al amanecer seguir tirando de la esperanza, de las sonrisas, de sus caricias y de este nudo en la garganta ni hablar... canto pésimo pero con muchas ganas, los vecinos también sufren esa parte, lo siento...
El dolor existe, en diferentes intensidades, por muchas razones; pero debo afirmar que al final todo pasa.
Intenta creerlo con muchas ganas, por mi, ayúdame a no olvidarlo.

Taun We

jueves

Verano que pinta...


Algunos cuerpos tienen tantos puntos por unir, y mi piel es una de ellas. Descubro uno nuevo cada día, me impresiona el silencio, la rapidez y la forma de cada uno; tan parecidos y diferentes. Tan irritantes y queridos al mismo tiempo. Supongo que son un recordatorio de lo diferente que soy. Me hacen insistir en la idea de que tal vez guardan alguna simetría, toman turnos para aparecer y quedarse, porque hasta hoy no he notado que alguno haya  decidido borrarse sin más

Es evidente que este verano me ha tomado bastante mal, tanto como para pasar las tardes observando los trozos de piel que aún servirán de lienzo; y mientras me pregunto el por qué de esto, y de mil cosas que giran en mi cabeza, me pondré pinta.

Taun We

sábado

Estrellada




Antes, muy de niña miraba el destino de frente. Colgada de aquella cerca, protegida bajo la sombra de un par de manzanos la vida parecía más fácil de la que me habita hoy. Antes lo planeaba y trataba como algo manipulable (ingenua). Últimamente el me analiza de pies a cabeza, saca su lista para "palomear" o cancelar con una cruz mis aciertos o faltas. El destino es cruel, mucho. La lista parece un cementerio de deseos, anhelos, sueños y "quizás" convertidos en nada. Enterrados por mi memoria, descartados por falta de entusiasmo y llorados en silencio mientras se desgarra mi corazón. Hilachas avejentadas cuelgan de el y a la vez estas sostienen a cinco, esas últimas personas que siguen conmigo y puedo contar con una mano, justo y preciso; mientras la otra mano me abofetea una, otra y otra vez sin lograr despertarme de este hastío agotador que me mantiene anclada a mi bunker; esperando (por primera ocasión) no salvarme de mi guerra personal, interior y «sencilla».
Tan simple que parece, tan complicada a la vez; como una madeja de estambre echa nudos. Ahora sólo desearía que ese ingrato porvenir me permitiera ser el gato que juega con ella, se aburre y sale a ver la noche estrellada.


Taun We


miércoles

Esta Mañana




Una real y absoluta pesadilla volver adentrarme en aquella casa de madera que habité en una parte de mi infancia, lejana y presente, a la vez, dolorosa y feliz. 
Terror volver a pisar aquel piso mugriento, roído de ratas, avejentado. Que volvieran a mi los ruidos nocturnos, los sollozos y suspiros lanzados a media noche como una oración que pedía solo avanzar hacia otros horizontes. Las monedas ganadas con tanto esfuerzo que rodaban hasta caer por las rendijas entre madero y madero para luego precipitarse a la oscuridad, esa sobre la que se tendía aquel hogar improvisado;  refugio después de nuestra extraña salida del hogar real, el primero... el que siempre extrañaré.

Dos secciones la conformaban, una pequeña cocina y una habitación un poco mas grande que perdía el encanto cuando la llenaban camas individuales para los "lepes" y la matrimonial para mis padres. Aunque esto nunca fue así, pues la mayor parte del tiempo fueron compartidas por amigos, familia y visita que de forma intermite entraban, llegaban, se quedaban días, semanas y luego se iban así, como si nada.


Por fin llegamos, y estando acompañada para realizar la visita me sentía tremendamente sola y vulnerable. Decorada de una manera extraña y acumuladora, parecía no caber un trasto mas sobre aquellas repisas viejas y un tanto vencidas por el peso. Ambas habitaciones tenían salida al patio así que podías entrar por un lado y salir por el otro sin problemas o casi, solo evadiendo todo lo que estorbaba en el camino, un verdadero hacinamiento. Quizá esa era la parte que reflejaba la pesadilla de mis emociones recientes y angustiantes. Ya no se....


Personas andrajosas nos dieron la bienvenida, esa mujer gastada de cara afilada y mirada fría nos señalo el camino hasta llegar a esa otra mujer de enorme ojos tristes que yacía tendida sobre un colchón viejo, al cual le supuraba liquido; mismo que ella tomaba con un trasto y lo vaciaba en una de la hendiduras del piso, ahora mas terrorífico que antes. Yo solo pensaba en lo que debían haber estado sufriendo todas las muñecas que perdí cuando niña y nunca fui capaz de rescatar de ese abismo, ahora un verdadero infierno chiquito y pestilente a muerte.


Conversábamos, de cosas sin mucha importancia hasta llegar a ese incomodo silencio que nos deja el haber repasado todo lo banal que almacenas para utilizar en casos como este... y hora de despedirnos por fin, tenia una necesitad urgente de salir, correr y volver. Por último pregunte el por que de aquel oloroso y lechoso desecho que supuraba una y otra vez de aquella vieja cama. La mujer se descubrió el cuerpo lanzando una sabana roída que la cubría y dejando al descubierto la amputación de ambas piernas, un corte en carne viva, una maltrecha cicatrización casi imperceptible daba fin, de tajo, al cuerpo de la desdichada que nos miraba como si ya nada le importara. Sin mas que un leve gesto con la mano salí de aquel lugar patético, que desplomaba todos los buenos recuerdos que alguna vez tuve o pude haber inventado para consolarme;  y así desperté esta mañana.

martes

No sé si las estrellas sueñan...



«No sé si las estrellas sueñan o deciden nuestro destino, creo sí que nuestro destino es impredecible y azaroso como los sueños. Por eso las mujeres y los hombres de nuestro tiempo aún temblamos cada mañana cuando el mundo se ilumina y nos despierta».

    Ángeles Mastretta, EL MUNDO ILUMINADO

viernes

Agonía fuera del muro

Miro las herramientas,
El mundo que los hombres hacen, donde se afanan,
Sudan, paren, cohabitan.

El cuerpo de los hombres prensado por los días,
Su noche de ronquido y de zarpazo
Y las encrucijadas en que se reconocen.

Hay ceguera y el hambre los alumbra
Y la necesidad, más dura que metales.

Sin orgullo (¿qué es el orgullo? ¿Una vértebra
Que todavía la especie no produce?)
Los hombres roban, mienten,
Como animal de presa olfatean, devoran
Y disputan a otro la carroña.

Y cuando bailan, cuando se deslizan
O cuando burlan una ley o cuando
Se envilecen, sonríen,
Entornan levemente los párpados, contemplan
El vacío que se abre en sus entrañas
Y se entregan a un éxtasis vegetal, inhumano.

Yo soy de alguna orilla, de otra parte,
Soy de los que no saben ni arrebatar ni dar,
Gente a quien compartir es imposible.

No te acerques a mi, hombre que haces el mundo,
Déjame, no es preciso que me mates.
Yo soy de los que mueren solos, de los que mueren
De algo peor que vergüenza.
Yo muero de mirarte y no entender.





Poema de Rosario Castellanos.

jueves

Efectos Secundarios



Es correr de una habitación a otra dentro de tu cabeza... caer, caer y seguir en vuelo por mucho rato o hasta que descubres las manchas en la pálida pared que te muestran una nueva historia.

Encontrar que has estropeado algo nuevo, o de mucho tiempo atrás... solo recordar que te equivocaste y aun intentando reparar la parte de mundo que te tocó, no lograr sino volverlo de cabeza y huir a ninguna parte, lejos de ti y del planeta; hastiada, hasta nuevo aviso.

Despertar teniendo la certeza que será mejor y no conseguir descifrar el juego que todos ganan, menos tú. Es controlar la prisa de no hacer nada tumbada en la cama y aun así nunca terminar de planear el futuro; tomada de las manos del destino, creer que hay algo mas bajo esas gafas oscuras que te miran fijamente y no puedes superar...

Taun.

martes

Esperanzas y utopías



Sobre las virtudes de la esperanza se ha escrito mucho y parloteado mucho más. Así como sucedió y seguirá sucediendo con las utopías, la esperanza ha sido siempre, a lo largo de los tiempos, una especie de paraíso soñado de los escépticos. Y no sólo de los escépticos. Creyentes fervorosos, de los de misa y comunión, de ésos que están convencidos de que llevan sobre sus cabezas la mano compasiva de Dios defendiéndolos de la lluvia y del calor, no se olvidan de rogarle que cumpla en esta vida al menos una pequeña parte de las bienaventuranzas que prometió para la otra. Por eso, quien no está satisfecho con lo que le cupo en la desigual distribución de los bienes del planeta, sobre todo de los materiales, se aferra a la esperanza de que el diablo no siempre esté detrás de la puerta y de que la riqueza le entrará un día, más pronto que tarde, por la ventana. Quien todo lo ha perdido, pero tuvo la suerte de conservar por lo menos la triste vida, considera que le asiste el humanísimo derecho de esperar que el día de mañana no sea tan desgraciado como lo está siendo el día de hoy. Suponiendo, claro, que haya justicia en este mundo. Pues bien, si en estos lugares y en estos tiempos existiera algo que mereciese semejante nombre, no el espejismo habitual con que se suelen engañar los ojos y la mente, sino una realidad que se pudiese tocar con las manos, es evidente que no necesitaríamos andar todos los días con la esperanza en los brazos, meciéndola, o meciéndonos ella a nosotros en los suyos. La simple justicia (no la de los tribunales, sino la de aquel fundamental respeto que debería presidir las relaciones entre los humanos) se encargaría de poner todas las cosas en sus justos lugares. Antes, al pobre que pide al que se le acababa de negar la limosna, se le añadía hipócritamente que “tuviera paciencia”. Pienso que, en la práctica, aconsejarle a alguien que tenga esperanza no es muy diferente de aconsejarle que tenga paciencia. Es bastante común oír decir a los políticos recién instalados que la impaciencia es contra-revolucionaria. Tal vez lo sea, tal vez, pero yo me inclino a pensar que, al contrario, muchas revoluciones se perdieron por demasiada paciencia. Obviamente, no tengo nada personal contra la esperanza, pero prefiero la impaciencia. Ya es hora de que ésta se note en el mundo para que aprendan algo ésos que prefieren que nos alimentemos de esperanzas. O de utopías.



-Otros Cuadernos de Saramago




viernes

El peso de su ausencia




Uno de los efectos del enamoramiento loco y obcecado es que anula los sentidos para percibir lo que acontece a tu alrededor. Corta al ras la sensibilidad, la capacidad para la percepción. 
Te obliga a concentrar tanto la atención en un ser único que te aísla del resto del universo, te aprisiona dentro de una coraza y te mantiene al margen de otras realidades aunque éstas transcurran a dos palmos de tu cara. Cuando todo saltó por los aires, me di cuenta de que aquellos ocho meses que había pasado junto a Ramiro habían sido de tal intensidad que apenas había tenido contacto cercano con nadie más. Sólo entonces fui consciente de la magnitud de mi soledad. En Tánger no me molesté en establecer relaciones con nadie: no me interesaba ningún ser más allá de Ramiro y lo que con él tuviera que ver. En Tetuán, sin embargo, él ya no estaba, y consigo se habían marchado mi asidero y mis referencias; hube por ello de aprender a vivir sola, a pensar en mí y a pelear para que el peso de su ausencia fuera poco a poco haciéndose menos desolador. Como decía el folleto de las Academias Pitman, larga y escarpada es la senda de la vida.
Terminó agosto y llegó septiembre con sus tardes menos largas y las mañanas más frescas. Los días transcurrían lentos sobre el ajetreo de La Luneta. La gente entraba y salía de las tiendas, los cafés y los bazares, cruzaba la calle, se detenía en los escaparates y charlaba con conocidos en las esquinas. Mientras contemplaba desde mi atalaya el cambio de luz y aquel dinamismo imparable, era plenamente consciente de que yo también necesitaba cada vez con más urgencia ponerme en movimiento, iniciar una actividad productiva para dejar de vivir de la caridad de Candelaria y comenzar a juntar los duros destinados a solventar mi deuda. No daba, sin embargo, con la manera de hacerlo y, para compensar mi inactividad y mi nula contribución a la economía de la casa, me esforzaba al menos en colaborar en lo posible para aligerar las tareas domésticas y no ser sólo un bulto tan improductivo como un mueble arrumbado. Pelaba patatas, ponía la mesa y tendía la ropa en la azotea. Ayudaba a Jamila a pasar el polvo y a limpiar cristales, aprendía de ella algunas palabras en árabe y me dejaba obsequiar por sus eternas sonrisas. Regaba las macetas, sacudía las alfombras y anticipaba pequeñas necesidades de las que antes o después alguien tendría que encargarse. En sintonía con los cambios de temperatura, la pensión se fue también preparando para la llegada del otoño y yo cooperé en ello. Cambiamos las camas de todos los cuartos; mudamos sábanas, retiramos las colchas de verano y bajamos los cobertores de invierno de los altillos. Me di cuenta entonces de que gran parte de aquella lencería necesitaba un repaso urgente, así que dispuse un gran cesto de ropa blanca junto al balcón y me senté a enmendar desgarrones, reafirmar dobladillos y rematar flecos sueltos.


María Dueñas
El tiempo entre costuras

martes

Tren al abismo



—Mamá, ¿allá atrás se acaba el mundo?

  —No, no se acaba.

  —Demuéstramelo.

  —Te voy a llevar más lejos de lo que se ve a simple vista.

Lorenzo miraba el horizonte enrojecido al atardecer mientras escuchaba a su madre. Florencia era su cómplice, su amiga, se entendían con sólo mirarse. Por eso la madre se doblegó a la urgencia en la voz de su hijo y al día siguiente, su pequeño de la mano, compró un pasaje y medio de vagón de segunda para Cuautla en la estación de San Lázaro.

  Que la locomotora arrancara emocionó a Lorenzo, pero ver huir el paisaje en sentido inverso, despidiéndose de él, lo llenó de asombro. ¿Por qué los postes pasaban a toda velocidad y las montañas no se movían? Nada le preocupaba tanto como la línea del horizonte, porque seguramente llegarían al fin del mundo y caerían con todo y tren al abismo. Cuando se iba acercando a la parte más alta de la montaña, Lorenzo se levantó varias veces del asiento. «Allí viene el barranco; ahí se acaba todo». En los ojos del niño, Florencia leyó el horror al vacío.

  —No, Lorenzo, vas a ver que todo recomienza. Vas a encontrarte con un valle y a continuación otro valle. Después del Popo y del Izta hay otras montañas, otro horizonte, la Tierra es redonda y gira, no tiene fin, sigue, sigue y sigue, las puestas de sol dan la vuelta y van a otros países. Nunca se acaban.

  Aquel viaje alimentó a Lorenzo durante meses. Antes de dormir volvía a repasarlo para descubrirle algo que se le había escapado. El viaje le planteaba dilemas. «Entonces lo que veo, mamá, es sólo una parte insignificante de la totalidad». La alarmante limitación de los sentidos era motivo de otro desvelo. «¿Por qué el ojo no ve más allá? ¿Por qué no abarca más campo? ¿Entonces, mamá, soy yo el que no da para más?».



Título original: La piel del cielo
Elena Poniatowska, 2001

viernes

Adiós



...dije adiós en voz baja y di media vuelta para marcharme, me costó un esfuerzo infinito dar los cinco pasos que me separaban de la puerta giratoria. Cuando llegué al sitio en el que nos habíamos besado bajo la lluvia me quedé ahí parado más tiempo que en ningún otro lugar, recordando cómo ardían tus labios al tocar los míos y lo mal que estaba aquello pero lo bien que sentaba, y luego me largué.

Nubes de ketchup
Annabel Pitcher

sábado

Luna Menguante


Ser el humo del cigarro que sostienes con la mano y que aspiras por segundos de vez en vez .Eso debe ser tan mágico, increíblemente trágico cuando exhalas ese humo al aire.

Me imagino casi con seguridad
que la noche junto a ti es desgastante,
que tocarte es quizá como entender así de pronto el universo;
y no bastan cien vidas para olvidarte,
permanecer eternamente como luna menguante.
Ser la risa que te envuelve en instantes, de repente,
y que te hace parecer tan infantil.
Ser el aire que respiras o el paso que caminas;
no me importa mucho lo que pueda ser.

¡Quizá sea igual yo para ti, no me cuesta divagar!


B.I/J.Ch

La dejas marchar


(...)

Mirando fijamente el fondo de tu vaso,
esperando el día en que hagas durar un sueño,
pero los sueños llegan despacio y se van tan rápido.

La ves cuando cierras los ojos,
tal vez un día entenderás por qué
todo lo que tocas, de seguro que se muere.

Bien, solo necesitas la luz cuando se está consumiendo,
solo echas de menos el sol cuando empieza a nevar,
solo sabes que la quieres cuando la dejas marchar.
Solo sabes que has estado bien, cuando te sientes de bajón.
Solo odias la carretera cuando echas de menos tu casa,
solo sabes que la quieres cuando la dejas marchar.

Mirando fijamente al techo en la oscuridad,
el mismo sentimiento viejo y vacío en tu corazón
porque el amor viene despacio y se va tan rápido.

Bien, la ves cuando te quedas dormido,
pero nunca para acariciar y nunca para quedarse,
porque la quisiste demasiado
y te zambulliste demasiado profundo.

Bien, solo necesitas la luz cuando se está consumiendo,
solo echas de menos el sol cuando empieza a nevar,
solo sabes que la quieres cuando la dejas marchar.
Solo sabes que has estado bien, cuando te sientes de bajón.
Solo odias la carretera cuando echas de menos tu casa,
solo sabes que la quieres cuando la dejas marchar.
y la dejas marchar,
y la dejas marchar,
bien, la dejas marchar.


Passenger

Del top de mi sobredosis ruidosa, porque hay días para hablar, hasta con las piedras si gustas... y muchos otros para escuchar.

Taun.

martes

El calor que la primavera te negó.







Llegan a tu vida personas que te brindan el calor que la primavera te negó,
sales de un enfrascado sentimiento y parece fácil mirar atrás cuando alguien sostiene tu mano.

Antes de darte cuenta estas tendida en una cama ajena, pensando en que algo te detenía
pero ya no sabes que fue...

Hay personas que entran en tu vida con el pie derecho, se cuelgan de tu sonrisa y no la sueltan jamás.

Vienen y van, permanecen a tu lado o en tu cabeza; son de esos pocos individuos que tienen el poder de curar con palabras y alguna caricia fugaz.

Taun We

viernes

Herencia ponzoñosa

Me sentí vacío, también yo, y extrañamente pesado, como si el planeta girara demasiado deprisa, aumentando la gravedad, tirando de mí hacia el suelo. Exhausto de repente, me senté en la cama —su cama, quizá— y por motivos que no soy capaz de explicar, me tendí sobre aquellas sábanas mugrientas y clavé la mirada en el techo.

  «¿En qué pensabas, tumbado aquí por la noche? ¿También tú tenías pesadillas?»

  Empecé a llorar.

  «Cuando tus padres murieron, ¿lo supiste? ¿Pudiste sentir como se iban?»

  Lloré con más fuerza. No quería hacerlo, pero no podía parar.

No podía parar, así que pensé en todas las cosas malas, pensé con intensidad en todas esas cosas, más y más, hasta que me puse a llorar con tanta fuerza que tuve que dar boqueadas para poder respirar entre sollozos. Pensé en cómo mis bisabuelos habían muerto de inanición. Pensé en cómo habían arrojado sus cuerpos consumidos a incineradoras una gente a la que no conocían pero que les odiaba. Pensé en cómo los niños que vivían en la casa se habían abrasado y saltado por los aires porque un piloto a quien no le importaban había pulsado un botón. Pensé en cómo le habían arrebatado a mi abuelo su familia y en cómo debido a eso mi padre creció sintiendo que no tenía padre. Pensé en mí, en que padecía estrés agudo, en que me consumían las pesadillas y que ahora estaba sentado solo en una casa que se caía a trozos derramando lágrimas ardientes y estúpidas por la camiseta. Y todo debido a una pena acumulada durante setenta años que de algún modo me había sido transmitida como si se tratara de alguna herencia ponzoñosa, a unos monstruos a los que no podía combatir porque estaban todos muertos, a los que ya no podía ajusticiar ni castigar ni someter a ninguna clase de juicio. Al menos mi abuelo había podido alistarse en el ejército e ir a pelear contra ellos. ¿Qué podía hacer yo?


El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares

lunes

Cartas que no saben volar



Están por todas partes, incluso algunas de ellas archivadas en mi mente. Las recito, pienso y recompongo muchas veces al día, sin lograr elegir la correcta me quedo con una colección interminable de palabras cargadas de diferentes sentimientos. La textura que adoptan al pasar por mis labios no acaba de gustarme, quiero dejarte un buen sabor de boca... quizá logre que respondas.



domingo

Hay quien dice...





“Hay quien dice que Dios antes de amasar el barro con que después fabricó al hombre y a la mujer, comenzó dibujándolos con una tiza en el cielo de la primera noche, de ahí nos viene la única certeza que tenemos, la de que fuimos, somos y seremos polvo y que en una noche tan oscura como aquella nos perderemos."


Todos los nombres / J. Saramago

miércoles

Para siempre

Siempre creo que todo va a durar para siempre, pero nada dura para siempre. De hecho, nada existe más allá de un instante, salvo las cosas que retenemos en la memoria. Yo siempre intento retenerlo todo —prefiero la muerte al olvido—, pero, al mismo tiempo, tenía muchas ganas de que nos fuéramos, dejándolo todo atrás. Y así es la vida: no hay modo de encontrarle sentido.
Llevaba seis meses y siete días con Jerry. Los árboles del parque empezaban a perder las hojas, un desorden amarillo y rojizo sobre la hierba, triste y crujiente, y cada vez morían más tiendas en la plaza, más puertas y escaparates quedaban tapados por placas de contrachapado. Había basura por todas partes, en el suelo, en la calzada o primero recogida en montones y luego aventada, como las hojas de los árboles, por algún camión al pasar. Las noches eran más tranquilas que antes, y siempre identificaba -sus- pasos cuando subía dando zapatazos por la escalera. Sus pisadas eran más lentas y más pesadas y sonaban más a cansancio que las pisadas de los demás inquilinos, incluidas las del -viejo-, que era gordo y padecía de asma y también tardaba muchísimo en subir.

  Estaba yo despierto, una noche, departiendo conmigo mismo, pero también pendiente de la llegada (...), como solía, cuando oí el ruido del portal abriéndose y cerrándose, y luego las lentas pisadas, tan familiares, subiendo el primer tramo de la escalera, hasta llegar al primer rellano y pararse a descansar, como siempre. Pensé que pronto abriría la puerta y, si no venía demasiado tocado, encendería la luz y se quedaría en calzoncillos y se sentaría en el borde de la cama y me hablaría un rato. Estaba ya llegando cuando oí el ruido. Nunca había oído el ruido que hace una persona al caerse por las escaleras, pero supe, cuando aún no había cesado, lo que significaba esa prolongada sucesión de golpes. Luego no hubo ningún sonido más, sólo el silencio, tendiéndose como una manta.

Sam Savage

viernes

Lavarse el alma




Creí que éramos iguales, dos gotas de agua en un eterno caer; y así me sentía la mayor parte del tiempo... con él, nada valía tanto la pena para detenerme, recapacitar, tratar de intuir hasta donde me llevaría tanta insensatez.

Sus bellos y feroces ojos me inundaban hasta derramar la mayor cantidad de lágrimas que -alguna vez- creí contener dentro; separarnos era similar a lavarse una y otra vez el alma, ponerla a secar prendida de broches al sol y luego de vuelta cuando teníamos tiempo de compartir, con el alma casi intacta, volver a dejarme ensuciar por su presencia. Era delicioso. Tenia una manera tan hermosa de pintarme el mundo que jamás di crédito a lo que se murmuraba sobre su tren de vida, la bajeza de sus actos, aceptar que era solo una más de sus encantadas;  como el solía llamar a las mujeres que de pronto nos topábamos y sé le quedaban mirando de manera rabiosa sin que ninguna llegara a decir una sola palabra.

Me volví la gota más pesada de la tempestad e irremediablemente me estrellé en el asfalto teñido de mentiras. Me devoró la alcantarilla, y una vez dentro de sus entrañas logré reconocerle como realmente era, su comportamiento y lo errada que me mantenía mientras nos "volvíamos" eternidad. Él prácticamente me consumía. Tomaba mis brazos como suyos, se colaba en mis venas y me llevaba al éxtasis de una noche que pronto fue la resaca del día siguiente, el que le seguía y así toda la semana. 

La abstinencia siempre ha sido la piedra en mi zapato...

Jamás se lo conté a nadie, al menos no de esta manera... realmente creí que si no me extrañaban lo suficiente como para preguntar en donde me metía, mucho menos tendría alguno el interés de escucharme, aún y cuando era evidente mi estado. sólo me faltaba escribir alguna leyenda en mis marcadas y enormes ojeras al llegar, algo como "sí, ando en malos pasos" o, "naufragué en la otra esquina y ahí me quedé tendida un mes". No sé, cuando estas tan sumergida en tanta basura, piensas que así será siempre y que aún sin ser buena prediciendo juras que mañana llegará el final.
 
Tengo las marcas recientes -color verde- en los dos brazos, mi interior se siente un tanto frágil y me cuesta encontrar la manera de vaciar mi alma... y por extraño que esto parezca, quisiera sentir que me extraña, que tengo un lugar a su lado, para disfrutar la lluvia, la caída... 
Siento añoranza, lo extraño tanto, lo quiero aún, mucho más de lo que debería y cuando pienso que ya me sustituyó me da coraje, celos, rabia y ganas de volver. Pero pronto comprendo que ya no soy la misma y con todo mi empeño no podría dejar de cuestionar esto y aquello, las miradas, la escasez de ternura y los chantajes para forzarme a conectarme con su realidad.
 
Me tenderé al sol el tiempo que sea necesario.


Taun


jueves

Inmensidades / Alguien dijo



Grandes pasiones en lugares pequeños, grandes tragedias en minúsculos escenarios. El ser humano guarda en su interior inmensidades que transporta consigo, es incapaz de minimizarlas y hacerlas desaparecer a su conveniencia. Las arrastra toda la vida con su mastodóntico volumen y se deja la piel en ello.
 

Alicia Giménez Bartlett
 

viernes

Eso era amor / Alguien dijo





Le comenté:
-Me entusiasman tus ojos.
Y ella dijo:
               -¿Te gustan solos o con rimel?
-Grandes
                    respondí sin dudar.
Y también sin dudar
me los dejó en un plato y se fue a tientas.


Ángel González

jueves

Tiritando

 
 
 
Dicen que si no puedes con ella, te le unas... la tristeza viene cantando las letras de Adele e irremediablemente doy mil parpadeos que disipen las lágrimas, porque en días así no queda mas que ajustarse lo que se haya movido de lugar y esperar a que el sentimiento pase.


Me quedé al filo de la banqueta, el charco más próximo reflejaba mi figura y esa mirada, esa que ya empezaba a extrañar lo que acababa de soltar. Los brazos aun estaban calientes y sin embargo algo dentro de mi tiritaba.



Podría seguir escribiendo y dando vueltas sobre el mismo tema, pensando y diciendo una oración quedita pero no menos cierta sobre cuanto es que lo siento, y es qué es verdad, se siente de más y se expresa aun menos de lo permitido. Como me apena no haber dicho a tiempo lo que ese mismo tiempo ya borró, las fibras más sensibles se han quedado interrumpidas y lo único que las termina de llenar es este nefasto y nada grato sentimiento de morirse poco a poco.


Sigue la música "Crazy for youuuu ♫", loca por todo, por ser lo más fácil que puede haber en el mundo, hacerse la loca cuando se debería pensar doble, hacer lo correcto y comportase desde el centro de la vida, de mi vida, de este  espiral que me ha tocado "torear".


-¿Pero que digo? Se han ido a la basura un montón de páginas en mi diario donde declaro lo contrario, que risa, que triste... amo las galimatías; son esa parte de tu vida que se ha quedado -por alguna razón- al margen de la historia y sin embargo cuentan tanto, valen tanto que es inservible negarse a que salgan a flote. Se me han juntado tantas y de tantos matices que no se por cual empezar, mi cabeza lanza ideas que a duras penas mis dedos logran expresar, captar, definir y dar a entender... 

Taun.



De día y de noche



(...) de día y de noche. 
Dondequiera que estemos, 
la sombra que trota detrás de nosotros 
tiene sin duda cuatro patas.




DOCTORA CLARISSA PINKOLA ESTÉS

lunes

Se va mi voz



Te vas de mi, y me dejas el frío que todo entume

te alejas poco a poco, con la fuerza de una gacela

te pierdo amor mientras mi mano ondula al viento

te digo adiós, mi vida
 y se va mi voz, mi placer... la mitad de mi ser.
Taun.

sábado

Escóndeme / Alguien dijo


Escóndeme

Escóndeme que el mundo no me adivine.
Escóndeme como el tronco su resina, y
que yo te perfume en la sombra, como
la gota de goma, y que te suavice con
ella, y los demás no sepan de dónde
viene tu dulzura...

Soy fea sin ti, como las cosas desarraigadas
de su sitio; como las raíces abandonadas
sobre el suelo.

¿Por qué no soy pequeña como la almendra
en el hueso cerrado?

¡Bébeme! ¡Hazme una gota de tu sangre, y
subiré a tu mejilla, y estaré en ella
como la pinta vivísima en la hoja de la
vid. Vuélveme tu suspiro, y subiré
y bajaré de tu pecho, me enredaré
en tu corazón, saldré al aire para volver
a entrar. Y estaré en este juego
toda la vida.
 

Acompañando a Eva



Creo que a todos nos llega ese momento en que dejamos de ser interesantes, útiles o deseados. Y si después de darte cuenta te dan unas ganas enormes de hacer un berrinche, sabes que no tendrá ninguna consecuencia, así que te lo ahorras. Si te observara desde lo lejos alguna persona mayor diría -con seguridad- que has madurado. Pero sabemos, sabes que no es así, tu no eres de las que caen una vez del árbol y se quedan a disfrutar de la sombra. Tu eres de esas que les gusta ser tentación; así que te quitas el polvo, tomas pocas hojas que te cobijan y emprendes el viaje al cielo; de nuevo a ser -al menos en tu pensamiento- interesante y deseada. Pero que le vamos a hacer, una de esas, como tú, acompaño a Eva en su camino al pecado.

Taun.


viernes

No me dueles nada



Quizá en otro tiempo hubiera echado a volar, dejado abierta la jaula y tomado lo que me dabas -eso que repetidas veces se convirtió en nada, estando en mis manos. Te hubiera esperado a la salida, saludado con la sonrisa y el beso cálido; la historia hubiera seguido como lo planeamos, como lo deseabas desde el principio. 
 En algún punto he tomado el sendero largo hacia el final, ese donde no caben dos, mucho menos tres. Y quisiera decir que lo siento, que me duele y que volveré. Sin embargo las palabras se niegan a salir, se convierten en una masa extraña que se guarda en algún lugar muy profundo de mi ser para salir a media noche en forma de parvada de pájaros enloquecidos buscando la luz...
 No me dueles nada, no siento más que este extraño halo de pequeñas partículas de polvo que rodean e impulsan  mi cuerpo y es justo decir que jamás volveré.

Taun.

jueves

La senda del tiempo ♪


A veces llega un momento
en que te haces viejo de repente
sin arrugas en la frente
pero con ganas de morir.

Paseando por las calles
todo tiene igual color
siento que algo hecho en falta
no se si será el amor.

Me despierto por la noches
entre una gran confusión
es tal la melancolía
que está acabando conmigo.

Siento que me vuelvo loco
y me sumerjo en el alcohol
las estrellas por la noche
han perdido su esplendor.

He buscado en los desiertos
de la tierra del dolor
y no he hallado mas respuesta
que espejismos de ilusión

He hablado con las montañas
de la desesperación
y su respuesta era solo
el eco sordo de mi voz

A veces...

Celtas Cortos.

martes

La puerta



Siempre y  nunca rondaban nuestros encuentros, 
y al tiempo que daban un inmenso placer también dolían. 
Éramos un fuego intenso, siempre caliente y al rojo vivo. 
Después del adiós una parte de mi arde con intensa sinrazón. 
Ignoramos que nuestro siempre duraba muy poco tiempo;
aun cuando estar en tus brazos me parecía una eternidad sobre otra,
 -así hubiera querido. 
El "nunca" se plantó como un inmenso árbol entre los dos, 
 mientras crecía nos separaba
 hasta el hecho de pensarte alerta las ramas de la culpa 
que me estremecen sacándome de ese espacio
 donde "para siempre" pudiera ser real,
 pero no logro abrir esa puerta. 


 

domingo

Tres mujeres, tres miradas (borrador)


Me he quedado como una estatua, sin tu voz no se para donde "jalar".
¿Qué pie va primero? ¡y si el respirar esta suspendido, quizá he muerto!.
Soy un trozo de piedra que no puede sentir más, creo que incluso lo bello me dolerá, el calor, el frío. El intervalo entre un si y un no me podría matar. Me he quedado en la esquina del tiempo, viendo como pasa la vida, sin lograr volver atrás.
Se ha quedado como una estatua, cree que sin su voz no tiene a donde ir, no sabe que pie mover primero, o si su respirar suspendido la hace estar muriendo. A simple vista es un trozo de piedra que no puede sentir más, cree que incluso lo bello le dolerá, o lo simple como el calor, el frío. El intervalo entre el si o un no, le parece una eternidad, imagina que eso la podría matar. Se ha quedado en la esquina del tiempo, muy cerca de mi hogar, viendo como pasa la vida, sin lograr nada más. 

Ella la mira por la ventana mientras la lluvia cae tenue y todo lo empapa en segundos. La delgada cortina amarilla con pequeñas flores azules y grises avanza de adelante hacia atrás dando cuenta que el tiempo sigue su marcha. Se han quedado petrificadas, bellas estatuas hechas a base pequeños golpecitos que les dieron forma y las forzaron a ser como son. Ya no saben hacia donde avanzar, pierden el interés en respirar. Abren una extraña brecha no marcada en su destino, miran a un lado y a otro  sin poder decidir. Desde lo alto las observo impávida, en silencio.

jueves

El próximo abril


Él roba placeres, meses y pensamientos, vive muy dentro de mi. Y al parecer le gusta ser inoportuno y duradero. Amanece meciéndose en mis venas y al medio día detona la chispa de este terco amor que se niega a morir. 
Por la tarde me hace querer correr hacia alguna parte, librar los obstáculos para simplemente apaciguar estas infinitas ganas de tenerle cerca, de sentir y saber que aun esta ahí, para mi.


El otro día, mientras conducía se ha atrevido a trastornar mi entorno y  cada persona que pasaba o se cruzaba en mi camino tenia algo de él. Su sonrisa, la mirada o ese gesto que lo vuelve tan irresistible... 

Seguramente estamos destinados a pisar el mismo lugar, aunque por hoy vivamos tiempos difíciles y distantes; quizá en otra vida, tal vez el próximo abril compartamos la tibia primavera.