Tercer día de convalecencia. En este punto me duele cada hueso del cuerpo. Realmente ya tengo un par de kilos menos y he sido lo suficientemente terca como para no permitir que me lleven al doctor. Espero que mi organismo encuentre la mejor manera de solucionar el problema. He tomado algunos medicamentos para aminorar los síntomas y creo que no ayudan en mucho. Después del viernes todo se ha complicado ¡maldito viernes! Por la tarde comenzó a llover obligándome a estar en constante contacto con mis amigas. Horas después necesitaba salir de casa porque sentía que me asfixiaba así que al venir Danny por mí, a escasas calles se quedo varada en medio de una sorpresiva ola de agua que ha llegado de las partes altas de la ciudad. Sí, ese arroyo que baja de las huertas. Me telefoneo desde una estación de gasolina, en pantuflas y toda mojada además la note algo histérica tras el auricular (Por eso siempre agradezco su cariño y complicidad). Le pedí que ahí me aguardara, no estaba dispuesta a quedarme en casa y Alex me llevo a su encuentro. Bueno lo que sigue es parte de otra historia. Regrese a casa alrededor de las once de la noche y me sentía mucho peor de cómo me fui. Afortunadamente tengo una excelente persona que me cuida y consiente.
Quinto día y “casi” estoy recuperada. Se acaba de marchar mi suegra después de inyectarme. Debo confesar que no soy miedosa para este tipo de cosas, después de todo lo que he tenido que sobrellevar algo tan insignificante como un pinchazo no me parece grave; pero esta última me ha dolido tanto que media hora después sigo tirada en la cama y al no tener nada que ver en la t.v me he puesto a escribir mientras escucho “Vinagre y Rosas” de Joaquín Sabina, solo así me siento un poco menos peor. No se me ocurre nada que teclear esta vez.
Mmm.. Les contaré esto que debería estar en mi diario, pero que a falta de ánimo de ir por él a la otra recamara pues lo agregue a este blog. No es nada grave, todo el mundo puede enterarse que me rendí y acudí al doctor el cuarto día… sí, ese doctor que con todos sus años de estudio solo me dijo:
_ ¡Buenos días!
_ Después de pedir a Alex me acompañara a entrar y pararme frente a su escritorio chaparrito, respondí igual con la poca voz que fue perceptible.
_¿Qué le pasa? –preguntó con una entonación de apatía.
_Conté que traía seguramente una gran infección en la garganta, que me dolía el oído y por supuesto todo lo demás.
El se puso de pie (había olvidado lo corto de estatura que era y el mostachón negro con rayas canas lo hace parecer aun mas enano)
-Abra la boca, saque la lengua… y yo ahí toda obediente. Alumbro con una lamparita mi garganta diciéndome que repitiera “A” varias veces. (Pensé en decirle que ya no era mi letra favorita; pero a él que le puede importar, es la primera que se le enseñaron y pues debía hacerlo ¡ya que!)
Regresó a su lugar, preguntó que tan buena era para las inyecciones a lo cual respondí que lo que fuera estaba bien. Mientras escribía la receta voltee a ver de reojo a Alex y le envié una leve sonrisa de estar bien, con sus grandes ojos se notaba satisfecho. El Doc termino de poner su letra rara sobre el papel, anoto mi nombre y la “L” parecía correr tras el “aura” (L..aura) quizá tenía fiebre porque me parecían hormigas avanzando. Después de la alucinación me extendió el papel diciendo que pagara a la señorita que me daría el medicamento.
Salí del consultorio, recogimos el medicamento y pagamos para marcharnos a casa lo más pronto posible porque estaba haciendo un súper calor y yo con una playera, un suéter, bufanda militar y una gran chamarra que me brindaba más frio que vergüenza. Salí un tanto extrañada por indiferencia del médico y le comenté a Alex que me hubiera puesto más atención si hubiese estado muerta, lo cual solo le provoco risa. Es forense también y obviamente creo que de haber sido así al menos me hubiera tomado la temperatura para averiguar desde cuando había fallecido. Que insensibilidad, que desgana, que… raro ¡No!
P.D: Pongo “raro” por decir lo mínimo, realmente el medicamento que me receto me puso peor. Acudí con otros tres médicos, mi presión se desplomo obligándome a estar internada unas horas pero al fin así fue y sin contar el rollo de las venas ponchadas, mi mami preocupada al igual que mis amigas impacientes, las veces que no salí, no disfrute y otras cosas más. Esto lo escribo alrededor del día 29 de convalecencia y ese “casi” de allá arriba ↑ se convirtió en casi… un mes 333.