Por un momento sentía como la respiración se me cortaba lentamente para regresar en forma de un largo suspiro...
Hojas secas matizadas con colores naranja y marrones volaban enloquecidas a mí alrededor, y la solapa de mi abrigo parecía tener ganas de seguirlas. Creo que miré el reloj plata con cristal más de 10 veces por minuto; en realidad no tenía idea que el tiempo se detuviera o al menos frenara de esa manera su transcurrir.
Me creí trastornada al notar que nada sucedía; las personas que pasaban por mis costados me echaban miradas a cada paso, sentía ganas de retarlas a preguntar o al menos a juzgarme abiertamente, pero no lo hice y me quedé parada mientras el viento disimulaba muy a su manera el peinado que antes lucía mi cabello.
Cerré los ojos para tomar la decisión de marcharme también. En ese instante percibí como alguien me tomaba por el brazo de una manera muy familiar, abrí lentamente los ojos, levanté la mirada al mismo tiempo que empujaba mi cabello hacia atrás…y te miré frente a mí. Besaste mi mejilla y las sonrisas no fueron disimuladas, creo que mi corazón amenazaba con querer cambiar de cuerpo.
Mi sistema se controló un poco con la caminata que emprendimos rumbo a un lugar más calido, no tenía idea de cual sería el destino pero aún así me sentía satisfecha con verte a mi lado. Pensaba en decirte cuanto te añoré y todo lo que paso en tu ausencia; lo olvide todo y solo podía oprimir fuertemente tu brazo mientras caminábamos con la tarde a punto de terminar. La visibilidad era por poco nula y más de una vez sentí que mis pies se volvían torpes al avanzar bajo la oscuridad que nos cubría. Tú no solías mostrar inseguridad en ninguno de tus actos, lograste decir claramente cuanto me extrañaste y las emociones en tu voz al contar sobre las anécdotas, personas y lugares que conociste se clavaron en mí. El olvido entró en mis fines mientras respondía en un leve movimiento de aprobación.
Pasaron las horas y la noche nos abrazaba bajo unas sábanas lisas. No me alcanzaba el tiempo para expresarte lo mucho que te amaba. Los dos sabíamos que la despedida llegaría al surgir la primera luz del día y pensé en lo cruel que se porta el tiempo con el que espera: pero aun más con el que le pide no apresurarse mucho.
Recorrimos la piel como tratando de quedarnos impregnados el uno en el otro, escuchamos, olfateamos y disfrutamos lo que se nos presentaba; la despedida estaba más que anunciada.
Sonó un adiós, y ahora la puerta se cierra a mis espaldas mientras avanzo apresurada por el pasillo que conduce a la calle, a la vez que olvido que en algún momento compartimos el aire, mientras oculto que estuviste donde estuve yo...
Cecy =P
En otro día raro.
22/Enero/2009