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domingo

Enemigo En Casa (Blog Retro)


 Cecy =P

Me levanté obligada por la sed que sentía a mitad de la madrugada. Las luces de la calle se colaban por mi ventana, el ruidito de los insectos y animales noctámbulos se escuchaba claramente. Avancé por el pasillo que conduce a la cocina. Aún con las luces apagadas busqué en una de las puertas de los gabinetes un vaso de cristal, lo llene de agua y probé el líquido que paso por mi garganta tan rápidamente que parecía entumecerla. Una vez satisfecha y con la piel erizada por el frescor del ambiente dí media vuelta y emprendí el camino de nuevo a mi cama; todavía me sentía cerca de continuar con mis sueños. De pronto se dejo escuchar un sonido desde la calle que hizo detener mi marcha; me acordé de  la motocicleta del  vecino y giré hacia el pasillo sin darle mayor importancia; al final de esté noté un bulto que no recordaba haberlo dejado ahí, pensé que era algún juguete o caja de mi hija, últimamente la casa parece zona de guerra con misiles multicolor; así que continué. Unas lucecitas simétricas se encendieron haciendo vislumbrar una silueta, mi ritmo se acelero. La penumbra se hizo más densa y trataba de abrir tanto los ojos como me era posible. Al final una figura alargada y sobre cuatro patas no dejaba de vigilar mis movimientos; fue cuando sentí tanto miedo que olvide el  agradable fantasía que me ocupada minutos antes. Me detuve en un brusco movimiento y el acechador permanecía en franca posición de atacar al mismo tiempo que jadeaba bajito. Empecé  a retroceder  sin volverme. El aire se tornaba espeso y batallaba para jalarlo hacia mí. El espacio que nos separaba era cada vez menor, a medida me alejaba él avanzaba hacia mi. Ya no tenía salida, las puertas estaban cerradas con doble llave y cadena, tenía obstruida la garganta a causa del agua fría y el terror que me invadía; así que los gritos se cortaban antes de ser emitidos. Me arrodillé para murmurar mi última plegaria, cerré por un segundo los ojos, uní mis manos a la altura del corazón en señal de oración y lo sentí exhalar sobre mi frente un aire caliente que recorrió mi cuerpo lentamente. Cuando levante la cabeza para enfrentarlo, mi verdugo echo un paso atrás y me sostuvo la mirada. Abrió las fauces lánguidamente y acaté a ver que mi reflejo se hacia más profundo en su mirada vidriosa. Sentí una fuerte presión sobre el cuello seguida de un dolor intenso. Mi legua se dilataba; parecía no caber en mi boca. Una lágrima involuntaria  rodó por mi piel y se estrelló contra el frío piso al mismo tiempo que una cortina de sangre tibia cubría mi delgada bata de dormir. Con el último aliento que poseía me percate de la retirada del orgulloso animal. En ese momento desperté dando estridentes gritos, tan fuertes que lograron despertar a mi pareja. La mañana lucía tan hermosa y calida que no tuve que salir con abrigo a limpiar el rastro escarlata que habitualmente surge en el  piso de una de las habitaciones; para luego  acabar cruzando la ventana hasta perderse entre el polvo de la calle.

25/Marzo/2009

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