La casa había quedado sumida en la oscuridad. Había sido un día intenso y el cielo estaba cubierto por una capa de nubes que ocultaban la luz de la luna y las estrellas.
-Es una noche negra -dije mientras buscaba con mi mano el rostro-. Ya apenas puedo verte.
-Yo prefiero estas tinieblas al rayo de luna que penetra a veces por la rendija e ilumina mi desgracia. El amor a la luna sólo es vanidad, su belleza confunde el corazón, pues se siente halagado de poder contemplarla.
-Anónimo.
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