No
soy la misma, nunca lo somos pero hoy siento que han dejado sobre mi
piel la marca imborrable de la indignidad, suena estúpido pero al igual
que al ganado, siento que me marcaron con hierro candente hasta dejar palpable el echo de que
supuestamente tengo un dueño, alguien me poceyó.
Luchando por que mi perspectiva de vida se desvié en otra
dirección donde no me permita guardar algún tipo de rencor, creo que
aun estoy lejos de lograrlo y avanzo sobre el mismo camino repleto de
piedras y baches que nadie resanara.
Me siento profundamente sola en este dolor -no en la vida-
callado sobre mis hombros, que avanza lentamente hasta cubrirme. No quiero
despertar, no quiero sentir y muchos menos recordar.
Hoy no quisiera ser esta mujer; aun y con todos los cambios -Para bien o para mal- ya mencionados porque no se si en el fondo siento rabia, culpa o es solo mi orgullo pisoteado una vez más. Estoy muy triste porque me amo y no me gusta estar tan confundida.