Te maldigo y te odio; no soporto el pensarte, estar aquí sin ti y esta agonía que se ha vuelto olvidarte.
Maldigo el día que nos revolcamos hasta quedar siendo una masa de piel y dos bocas unidas al caer la tarde.
Maldito el sabor, el placer, las vueltas, las palabras y el éxtasis que aún me ata a una parte de ti.
Maldigo el que no me quieras hacer sufrir provocando una maldita cadena de sinsabores y el candado que has colocado en mis labios -antes dulces sobre los tuyos.
No te deseo nada; que incluso lo malo y perverso de la vida pase a tu lado ignorándote, dejando en ti vacío, melancolía y esta perdida irremediable de alguien que hoy locamente te maldice pero seguramente mañana te olvide.