Adicta al rocé de tu piel sobre la mía,
las vueltas que damos -al mundo- en una noche.
Las horas que estreno corazón y sentidos
al tiempo que me descubro intacta para ti.
A los sueños que se apoderan de mi realidad,
mis pies que no quieren, ni recuerdan como volver.
El latido constante de la felicidad, sin maldad.
Adicta a respirarte y escucharte...
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