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jueves

El grupo


Esa tarde llegue puntual, como pude, cuando vi que el reloj marcaban las seis sentí como un enorme peso caía al suelo desapareciendo para siempre. La puerta estaba cerrada, la abrí despacio y entré. 

Del fondo de la habitación, de entre un grupo de personas que hablaban bajito, se levanto la hermosa figura de esa mujer que me señalo donde poner mi abrigo, y zapatos ya que era regla de la casa. Mientras los quitaba y pisaba la alfombra en color naranja me sentía casi desnuda; por lo cual no deje de emitir -para mí- una risa burlona.
 
Caminé lentamente a la pieza principal y me uní a la reunión mientras los miembros me ofrecían una leve sonrisa y seguían con su tema; no entendía mucho y me limitaba a seguir con la vista el ritmo de está, afirmando o negando según mi experiencia.

Pronto el lugar comenzó a llenarse y todos conversaban entre sí, parecía un grupo cerrado y al que no pretendía pertenecer; pero debido a la insistencia de una mis amigas accedí a probar.

-No puedes estar sin un trago decente entre tus manos. -dijo Carlos, al tiempo que extendía un vaso hacia mí.

-Gracias. -le dije al tiempo que sonreía.

-¿Nos conocemos de algún otro lado? -preguntó con voz fuerte pero cálida.

-Claro -respondí-, te sueño todo el tiempo. ¿Cómo has estado?

-Me pasa todo el tiempo, me encuentro bien. -dijo. Y reímos por un rato, aunque en realidad en la vida lo había visto, parecía tener alguna conexión con aquel hombre de aspecto fachoso y agradable.
 
La música cambió de ritmo, parecían adiestrados cuando comenzaron a moverse, brincar y aplaudir al rededor de la habitación. Antes de que las luces se apagaran por completo pensé seriamente en buscar un lugar del cual pudiera observar sin ser participe pero en ese instante, ya a oscuras sentí como alguien se acercaba por detrás tomándome por la cintura, besando tiernamente mis hombros descubiertos. La luces comenzaron a volver por instantes, resplandecían las siluetas revueltas por todos lados. Un hombre de tez blanca y enormes ojos me sorprendió cuando intentaba zafarme de sus manos; buscaba desesperadamente una cara conocida pero pronto noté que nadie se percataba de mi estado, se veían naturales y aunque las luces seguían intermitentes observe a lo lejos, tumbado sobre un sofá y bebiendo un trago de colores, a Carlos. Me salí de las manos que me aprisionaban, el hombre blanco tomo por detrás a otra chica que a la vez era besada por una rubia vestida de rojo. Avancé a tientas y mientras las luces lo permitían trataba de importunar lo menos posible. Carlos me veía huir y  cuando nos separaba un pequeño espacio extendió su brazo, de un tirón fui a dar junto a él. Le quité de las manos  la copa y la bebí de un solo sorbo. Él  no dejaba de sonreír, no cruzamos palabra alguna. Sus labios me atraían irremediablemente y deje de resistirme, fue el beso más efusivo que recuerdo; tanta pasión no podía ser desperdiciada así que terminamos a un lado del sofá, entre cada lapso de visibilidad abría los ojos para captar un poco de las novedades que entraban a mi mente; no llegamos más allá pero nos disfrutamos mutuamente. No recuerdo haber visto más de un par de chicas en toppless y un tipo medio loco que bailaba con sus pantalones al aire. 
Las luces fueron encendidas para que pasaran charolas con tragos multicolor, cigarrillos, botana, cerveza. Al final me pareció bastante inocente el ambiente, había hilado cosas perversas en mi mente pero Carlos se encargo de explicarme las reglas del grupo, solo diversión -dijo para finalizar.

Terminamos sobre el piso; unos reían con otros, el de al lado ebrio o en resuelta relajación tumbado sobre las extremidades y pies de unos cuantos. La música ruidosa apenas si dejaba escuchar la conversación que  ahí se daba y en ratos hacia un esfuerzo por seguir los movimientos en los labios e intuir lo que pretendían transmitir; una vez más estallábamos en carcajada, el tema se olvidaba para siempre y volvíamos a empezar mientras me sentía en confianza y no quería que terminará la velada.

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