Salte de la cama y extrañada de no haber caído al suelo y quedar apenas rozándolo con uno de mis dedos.
Mi cabeza giró a la derecha, luego a la izquierda mientras miré claramente como mis pies flotaban a unos centímetros del piso ajedrezado.
Extendí todo lo que me era posible la lengua por sobre mi hombro izquierdo y lamí las alas que batían pausadamente -tirando de mi espalda un poquito en cada uno de sus movimientos-. Paso la lengua por sobre mi labio superior para terminar mordiendo suavemente el inferior -esto me recuerda unos labios carnosos que extraño sobre mi piel, cuando la hacían estremecer-, cierro los ojos y la saliva salada baja por mi garganta.
Intento salir de la habitación pero a falta de pericia para controlar mi nueva característica solo me deslizo de un lado a otro sobre la cama. Después de algunos minutos estoy lista para avanzar por el pasillo y lograr cerrar las alas, bajar rápidamente las escaleras, parar en el penúltimo escalón y dar un brinco que me lleva a recorrer el cielo de la estancia; noto lo deteriorado de la pintura y la enorme cantidad de polvo sobre el candelabro....