Manejar el silencio es más difícil que manejar la palabra.
La mayoría del tiempo me resulta difícil expresar lo que me mantiene un nudo en la garganta, un constante silencio adolorido. Resolviendo la vida en partes -cual si fuera un rompecabezas de miles de piezas- se nos va el tiempo sin lograr ver ante nuestros ojos el paisaje anhelado, ese que imaginamos en las noches sin sueño -esas llenas de silencio-, las noches sin sexo, las noches de sábanas frías y almohadas intactas.