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lunes

Y, el color ¿Existe? #1


-¡El envase está vacío!

Estaba sola, con un estado climático especial para abrir el baúl de los recuerdos. Esta tarde tuve algo de tiempo libre así que me puse a leer viejas cartas, específicamente las de una persona que ame mucho. Confieso que aún después de varios meses no sabría definir mis sentimientos por Él; pero escribiré la palabra amor conjugada en pasado para hacerla fuerte y tal vez consiga volverla una verdad.Nos conocimos una tarde de agosto; sin más ni más él apareció en mi vida. Al principio no le tomé mucha importancia pues era sólo una mezcla de letras y números sin sentido; nada especial. Nos empezamos a tratar y un día de tantos después de una interminable conversación, entre algunas confesiones mutuas e intimas me ofreció un abrazo. Tengo que señalar qué jamás nos tocamos, aún así será el abrazo que tal vez jamás olvide; fue tan real, no sabemos qué paso pero eso nos unió de alguna misteriosa manera

Las llamadas se volvieron continuas; esperaba ansiosa que sonara el teléfono, podía sentirlo parte de mi vida. Recuerdo una tarde, empezaba a llover, el retumbar de los cristales por la tormenta eléctrica me asustaba tanto que no podía pensar claramente, mi voz se quebraba tras el teléfono y con su acento tan encantador me brindó la tranquilidad que no conseguía tener. De pronto todo el ruido que ocasionaba el cielo se borro de mi mente y nada importaba, en ese momento su voz me hacia tan feliz. A pesar de los impedimentos que teníamos para vernos y estar tiempo juntos, fueron muchas horas las compartidas que significan algo especial. Hoy el recordarme conversando y riendo me hace sentir acompañada, aunque estoy sola. Guardo una de las tantas promesas que hicimos, no lo he olvidado y empiezo a temer que no lo haré nunca. Tenía la firme intención de buscarlo, o tal vez solo llamar y decirle cuanto lo quiero. Sin embargo nos hicimos tanto daño al final que de pronto me envuelve una enorme tristeza, entérame que no quiere saber de mí y que alberga un gran resentimiento, me detiene en mi propósito.

Tal vez cuando intenté darle todo lo que soy olvidé decirle que me he equivocado en muchas ocasiones durante mi vida, y tal vez de alguna llegué a sentir arrepentimiento pero nunca será un error el haberlo dejado entrar en mi vida, el haber dejado salir muchos sentimientos guardados solo por él. Tal vez no se lo diga a muchas personas pero al final nuestra historia nunca será olvidada.

Cuando las cosas pasan tratamos de encontrar las mejores razones para entenderlo y almacenarlo en la memoria y simplemente seguir lo mejor posible; pero cuando el recuerdo insiste en volver a tu presente te das cuenta que por más que el olvido se aferre a decir que casi lo logras, el sentimiento reprimido nos dice una y otra vez que no pasara, aún no.

Escucho música y lo añoro como a nadie antes. Hubo un momento en mi vida que me rendí y solo me deje llevar hacia ningún lado, ahora lo se, me bastaron unos segundos y su mirada para comprender que existe algo mas allá de la realidad. Se ha convertido en mi recuerdo favorito y regreso a él cada minuto. No se porque paso esto, aun tengo la esperanza de tenerle a mi lado. El amor es tan extraño, espero su regreso como si hubiera sido mío de verdad alguna vez y lo hubiera perdido en otra vida. No sé cuando tengamos nuestro próximo encuentro pero eso será la causa de que yo me sorprenda a veces de pie y otra tantas derrumbada, obligada a recordar una y otra vez la razón que mi vida encontró para amar.

¿Aun no sé cuando te perdí?

En realidad no se puede escribir francamente sobre este sentimiento, me empeño en hacerlo y me resulta difícil. No existen palabras suficientes para calmar tanto dolor. Una vez más intento regresar a mi mundo, volver y recuperar todo lo que se ha perdido en este mar de llanto y desolación.

¿Por qué la música no opaca el sonido de su voz en mi alma?

Aun tengo mil y una hojas que llenar, esto no tendrá fin en mi futuro inmediato, el cual debo decir aun lo cubre una espesa niebla que no deja de asustarme, pero nada por hacer tengo ahora que ha soltado mí mano.

Al cerrar los ojos y transitar mis sueños solo puedo sentarme en un rincón solitario y frío, me cubren millones de mariposas negras que no me dejar respirar libremente, aletean sin parar sobre mi piel. Puedo sentir como entran y salen por mis ojos y boca. Trato de impedirlo, gritar significa poco comparado con la fuerza que me retiene, peleo aun sabiendo que todo está perdido. Al final me rindo y los insectos toman el control de la situación; se duplican tan rápido que sería difícil emprender la huida. Pronto reparo en el hecho de que me quede si nuevos sueños, que todo está desolado y no tengo a donde ir...

En la distancia y con el tiempo de por medio, mis memorias tomarán un giro diferente y me quedaré en la nada. “Como muchas personas en este mundo, solo busco la luz al final del túnel” espero que de verdad exista porque de no ser así creo estaré aun más perdida. Sigo aquí y no sería tan malo si solo supiera que piensa en mí, al menos en una mínima parte. Me pregunto:

-¿Aun haré falta de alguna manera en su vida?

Guardo silencio, como seguramente lo haría si pudiera verle a los ojos y leer la respuesta. Respiro profundamente y me doy cuenta que de las dos opciones que tenemos ninguna brinda un buen sabor, ya no, así que paso a lo que sigue tratando de olvidar por un momento que hay preguntas por hacer, incluso me atrevo a romper los esquemas y no aceptar que existen respuestas que no me llevaran a ningún lado, pues aun sigo sola y seguir preguntando seria como hablar al viento o a la noche. Por cierto está ya llego, el tiempo paso desapercibido para muchas cosas pero no para su ausencia, incontables minutos se han agregado a la lista interminable que me dejo desde que dimos el último adiós.

Comienza a llover y no me resigno a seguir pensando en lo mismo, cada persona tiene su historia, pero por esta vez parecen ser todas tristes. Me apresuro abandonar mi recamara, salgo a caminar unas cuantas calles y la ciudad para mí se encuentra en ruinas. Las luces de los semáforos aparecen intermitentes y los autos no miden el peligro al pasar presurosos. Para la gente llegar a casa se vuelve lo más importante al final del día; la calidez del hogar los llama y no toman gran importancia a la lluvia que lo cubre todo. El agua rueda cuesta abajo, encharca los barrios perdidos que se sitúan a la orilla del río. En la rivera de este, el retumbar del agua turbia llama fuertemente mi subconsciente y me parece que más de una persona se sienten atraídas a saltar para terminar con lo desagradable; pero aun no veo que ninguna lo haga, tal vez es solo una extraña percepción mía. El paraguas rojo que me protegía de quedar empapada se ha quedado olvidado pasos atrás, me cubre un manto de lluvia que hace imposible que alguien se dé cuenta que el llanto aumenta el caudal de agua bajo mis pies. Al final todos siguen su camino y me dispongo avanzar entre la multitud que solo desea comenzar un nuevo día, aún sin una razón para ello.

Sin percatarme del tiempo que ha transcurrido llego a un callejón sombrío, se puede distinguir unas letras envueltas en luces fosforescentes que llaman la atención poderosamente. No tengo nada que hacer -me digo tristemente y aun abrumada por los pensamientos a la orilla del río- mientras avanzó pausadamente hacia la puerta vieja y entre abierta que separa ese lugar de la banqueta húmeda y cubierta de un fango espeso. Tengo la sensación de que el peligro me acecha fuertemente, las miradas de una decena de personas sucias y desaliñadas se posan en mí, me recorre un fuerte escalofrió y sigo avanzando para tomar un lugar ante la pestilente barra de madera añeja. Una voz se escucha frente a mí y aun apabullada por esas raras miradas solo acato a decir con una voz entre cortada:

-Quiero de ese vino por favor.

Tomó el vaso y me encojo para que mi presencia pierda importancia, lo cual al parecer resulta porque el bullicio comienza de nuevo y la música inicia estrepitosamente. El líquido pasa mi garganta cual si fueran navajas recién afiladas, apenas termino el menjurje extiendo un billete al cantinero y me marcho en silencio; con una impresionante rapidez que de la cantidad de personas que antes me miraban apenas un par volteo hacia mí de nuevo.

Varias calles arriba reduzco el tamaño de mis pasos, siento el latir de mi corazón y trato de recuperar el aliento. Me dirijo a casa y parece que comenzara a llover de nuevo. Pienso en mi cama y en el frasco de medicamento vacío que me brinda un descanso artificial bajo el calor de mi frazada, haciéndome callar lo que brota sin su contención y manteniéndome dentro de las cuatro paredes que limitan mi controlada vida.





Taun We

25/Julio/2008

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