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miércoles

Él



A duras penas Eva logró salir esa noche. Contar los motivos es una larga historia que tal vez les detalle en otra ocasión. Ya era casi la hora pactada y condujo el auto con sumo cuidado para que nada ni nadie retrazara su encuentro. Es tan difícil vivir en esta realidad que a veces no queda más que abrirse camino con garra aunque seas una persona con las características de Eva. Aún le asustaba recordar las huidas del colegio, el robo ingenuo que llevaran a cabo sus amigas y del cual ella fue testigo silencioso. Era tímida, reservada y algunos dirían que mojigata, en el más estricto sentido de la palabra. Tal vez en ese entonces lo era, pero ahora había empezado a cambiar a raíz de su amistad y repentino enamoramiento de Adán. Repentino porque la tomó por sorpresa una mañana de abril al imaginarlo hablando y riendo sin pena alguna. Eso fue todo lo que dio principio a tanto amor. Desde hacia años admiraba a las personas que a diferencia de ella disfrutaban todo en la vida, sin importar el murmullo de las personas alrededor; también influyeron la falta de cariño, comprensión y el distanciamiento de algunas personas que apreciaba excesivamente. El caso era que desde ese minuto no existió otro afecto más grande que su "aliado", porque él, como pasa en estos casos, no se daba por enterado de que algo suyo había usurpado repentinamente y sin tiempo definido las entrañas de la chica.

-Hola –dijo Eva con un estremecimiento imperceptible para Adán porque estaba parado a unos centímetros de ella.

Pero dentro de su frágil cuerpo dicha emoción la apreció como una ola gigante de agua salada que llega ferozmente zarandeando todo y se aleja lentamente como si todo hubiera estado en calma. Por su parte Adán contestó el saludo tomando su lugar en el automotor.

Una vez repuesta de la emoción continuó conduciendo.

Pasaron un par de minutos cuando llegaron a su destino y bajaron del vehículo.

Todo se volvió consciente una vez que la noche los cubría y ocultaba de los posibles espectadores.

Guardaba silencio dispuesta a escucharle sin resultado alguno. Las leyendas de los labios de su compañero resultaban grandiosas, era como incursionar por su interior bajo una tenue luz azul a través de sus brechas y bordes; guiando sus cortos pasos únicamente por el sonido de su voz y el respirar pausado que adquiría al tratar de encontrar la siguiente palabra que tejiera el relato. El silencio continuaba una vez que caminaban a través del pasto seco que tronaba bajo su calzado.

- ¡Vamos a buscar luciérnagas! –dijo Eva esbozando una sonrisa amplísima.

-¡No! ¡Tonterías! –Contestó sin mirarle.

-Yo voy a gusto, quisiera ver cosas nuevas. -decía mientras se adelantaba unos pasos dejando atrás a la mujer que no daba crédito de lo que sus oídos habían escuchado.

-¿Vienes o no vienes conmigo?

Dichas palabras hicieron decepcionar a Eva.

–Bien, bien. –Respondió mientras apresuraba el paso para alcanzar la mano de Adán que permanecía estirada hacía ella.

-Espera a que te diga las razones que tengo para apreciar las novedades que nos puede brindar esta noche, el porque no perseguiré lucecitas esta vez y cual será el final de esta historia.

_ ¿A que te refieres cuando dices: "Final de esta historia"?

-He oído decir que tus sentimientos por mi van más allá de la amistad que juras profesarme y he querido investigarlo directamente. – preguntó Adán cambiando el tono de voz.

- ¿Qué he hecho yo? ¿Qué he hecho yo para merecer tu amor, Eva?

La pobre chica bajó la cabeza al mismo tiempo que juntaba sus manos y prolongó el silencio.

- ¿Cómo, no responderás? -preguntaba Adán como perdiendo poco a poco la paciencia.

-¡Nadie! –exclamó de repente Eva atropellando las palabras al salir presurosas de sus labios rosados.

– ¡Nadie sabe lo que me ha sucedido contigo! Es imposible que los rumores te ronden de alguna manera, el secreto ha sido de tal importancia que ni a mi sombra lo confiaría por error.

Adán se estremeció al escucharle y un tono rojizo de vergüenza se trepo en sus mejillas. Para su acompañante esto fue imperceptible ya que la luz de luna en ese momento era incapaz de brindar un resplandor que lo delatara abiertamente. Un par de nubes la ocultaban parcialmente.

– ¿Eso quiere decir que mis sospechas son ciertas?

- No es nada, no te lo hice saber porque no deseo interferir en tus planes. –Dijo dando media vuelta para regresar. Pero esto no le fue posible, Adán con un rápido moviendo la asió del brazo obligándola a detener su marcha.

-¿No es nada? –cuestionó apretando aun más el delgado brazo de la joven, al mismo tiempo que cerraba los ojos y pensaba en lo brusco de su proceder por lo que decidió soltarla.

Las miradas se cruzaron unos minutos mas tarde, la situación de ambos era incómoda; se limitaron a caminar en silencio hasta el lugar donde estacionaron el auto color marrón con franjas negra, que los transportó hasta ese lugar.

Una vez sentados y mientras se rodeaban con sus respectivos cinturones no pudieron evitar mirarse nuevamente a la cara y hacer un rápido gesto de molestia. De regreso el primero en hablar fue Adán y se confinó a preguntar una vez más de qué era lo que había echo para merecer su amor.

Por su parte Eva permaneció agarrándose fuertemente al volante.

- Una cosa te pido ya desde ahora y quiero que me la prometas, Adán. –Le dijo girando la cabeza y presionando con la mirada una respuesta positiva.

Él sabía que ella no regresaría la vista al camino mientras no se la proporcionara, así que se apresuró en dársela.

-Si, pero no puedo prometer nada antes de una explicación.

-Y la tendrás –dijo Eva, deteniendo la marcha del vehículo.

-Vamos, preciosa, tienes que ser valiente. Anda dime lo que quieras mientras estemos juntos.

–Le dijo él cariñosamente.

Eva trató de dar una explicación, pero no encontró las palabras adecuadas y se limitó a decirle exaltada.

-¡No es nada! ¡Olvida todo!

-Ya está bien de burlas –dijo Adán mientras se bajaba y cerraba de un golpe la puertezuela del auto.

Se disponía a marcharse pero algo lo impulsó a devolver la mirada al interior del vehículo.

Pesadas lágrimas ya habían brotado de los pequeños ojos de Eva y se cubría el rostro con ambas manos…

-No me busques más –dijo con la voz entrecortada mientras un enorme hueco ocupada el espacio que alguna vez fuera de su corazón.

Después de avanzar un par de metros y con un sin fin de pendientes por expresarse fue la última vez que se dirigieron la palabra.

Eva tardó más tiempo en sobreponerse a la pérdida. Por su parte, Adán se marchó a estudiar fuera del pueblo.

Pasados dos años, una mañana de abril Adán no despertó jamás, dejando a su amada una tumba con dirección desconocida, donde ella pudiera llorarle.

Actualmente Eva vende flores por las calles de San Luis y cada mañana al despertar su primer pensamiento lleva tatuado el nombre de su amado; no deja de lamentar el no haber afrontado la situación a tiempo y está condenada a llevar el recuerdo hasta el final de sus días.

Tal vez evocarlo en la soledad de un hospital, donde conectada a un sin fin de aparatos tendrá tiempo para elevar una oración a Dios y pedir que le manifieste que encontrará más allá de la muerte, para hacer de esta idea el consuelo que acabará con su último suspiro de aroma a hojuelas secas de una noche de octubre

Cecy =P
Nov./2008

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