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miércoles

Dos son suficientes


10:30 A.M. Me siento divida en dos. Justo debajo de mis senos siento que reposo sobre un rectángulo de aire para luego sentir de mi ombligo hasta el dedo gordo. No me siento enamorada; al menos no es resiente el sentimiento y no tengo algún otro emoción extraña, extraordinaria o similar que pudiera hacerme sentir un hueco en la parte media del cuerpo.

Después de las fiestas de Bicentenario a deshoras nos ha tomado por sorpresa un hambre feroz; y claro que después de gritar, reír y sentirte rico bajo la lluvia no vas a ir a comer una hamburguesa de raíces gringas ¡No! Lo justo es comer algo nuestro, unos tacos por supuesto. La verdad es que estuvieron de diez y las multicolores salsas que probamos no desmerecían la mención. A causa de esto es que me ha quedado una súper gastritis, esofagitis, colitis y todo lo que doctor reconozca con itis al final. ¡Ayyy! Después de ese día sigo en un grito total, uno de dolor intenso por momentos y en ratos otro por coraje ya que es fin de semana y por supuesto que estoy a punto de cancelar mi salida ¡Qué mal plan!

03:15 A.M. Ya por la tarde me anime y vestí con lo poco que me queda últimamente. La cena esta vez fue importante porque ruta que esta siguió para entrar a mi organismo llevaba lo que me mantendría en aparente normalidad. Dos medicamentos y una despedida después nos dirigíamos a “divertirnos”. Aun no estábamos muy seguras ya que horas antes (Danny y yo) cada una por nuestra cuenta estábamos a punto de cancelar. Música ruidosa nos animaba a bailar mientras esperábamos la luz verde del semáforo. Las miradillas de carro a carro no se dejan esperar cuando por alguna causa luces diferentes o escandalosa para las personas que habitan este pueblo.

 Al cabo de hora y media entramos al lugar que aviva las luces neón. Al entrar seguimos el sendero de siempre hasta llegar a la barra, saludar y pedir que coloquen una mesa en el lugar de siempre, ya es nuestro lugar. No lo había pensado antes pero la causa de que la pasemos tan bien puede ser que marcamos nuestro territorio; nos sentimos seguras porque conocemos las rutas de salida, la música nos es familiar y por supuesto que los tragos -la mayor parte del tiempo, por no decir siempre- van por cuenta de la casa. En ocasiones no entiendo porque ponemos "peros" para asistir. En medio de toda esta complicación lo siguiente es ambientarte y dejar que las cosas fluyan. El ritmo se cuela en tus entrañas, el alcohol se mezcla con tus líquidos internos, las personas se vuelven sujetos cualquiera sin cara ni historia y es ahí donde depende de ti como veas las cosas y al igual que en el sexo; si no buscas el placer nadie va a venir a dártelo, si no te diviertes contigo nadie te hará agradable la noche. Es algo básico y muy funcional.

El tiempo transcurrió al ritmo de nuestros movimientos y contoneos. Prevaleció la música retro con aires de novedad. Al salir un extraño, parado frente al cristal de la puerta, con otros dos sujetos recargados sobre el cofre de un auto preguntó ¿Pero porque se van? Seguimos caminando sobre aquellos tacones que a esa hora de la madrugada se vuelven un tanto incómodos y murmuramos alguna que otra razón mientras las carcajadas se salieron cobrando vida propia y forzándonos a detenernos esperando el momento oportuno para cruzar la calle. Esta vez salimos sin esperar nada y curiosamente no la hemos pasado genial. Dos pastillas, dos amigas, dos opciones están más que bien para un fin de semana… Tres rayan en la multitud, no requiero tanto ruido.


Taun We
Sept. 2010

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