Percibo pasos gigantes tras de mí, y de pronto una mano me empuja apresurando mi paso por el pasillo angosto que conduce de las habitaciones a la cocina/comedor. Junto a la estufa se escucha una voz llamándome; alguna vez fue dulce, eso lo recuerdo como un sueño, me cantaba y arrullaba tranquilamente; pero ahora se percibe desesperada y falta de cariño. Las grandes pisadas son de mi padre; me apresura aun más y llego casi patinando para detenerme a un costado de la enorme mesa color crema que cuida de seis sillas algo toscas y altas para mí. Siento un tirón en mis hombros y brinco como superhéroe a una de ellas; pongo mis manos sobre la mesa y la apresurada cocinera me pregunta si las he lavado, no le contesto porque lo que atrae mi atención es el gran plato con pan dulce que descansa a la mitad de la mesa; me estiro lo mas que puedo para agarrar el mas colorido y cuando por fin mis esfuerzos casi lo logran advierto por el rabillo de uno de mis ojos que mi padre me mira fijamente haciendo un gesto de negativa; sus pupilas parecen brillar intensamente. Por fin ponen un platito verde que contiene algo que huele bien pero se ve raro, seguro quieren que me lo coma pero yo prefiero lo dulce, así que mamá se lo lleva muy lejos sobre el refrigerador y no tengo más remedio que probar el guiso frío que está sobre el trasto en forma de gato. Es ahí cuando recuerdo la última vez que estuvimos los tres a la hora de cenar, y me muerdo el labio inferior mientras golpeo tres veces con mi cuchara en un acto de insatisfacción, nadie nota la protesta. Luego mi madre se sienta justo frente a mí, la veo algo triste y pensativa.
Parece que esta vez si tendremos paz…acto seguido comienza la conversación rutinaria, no entiendo mucho pero seguro terminaremos con algunos tonos de voz altos, caras descontentas, brazos un tanto al aire y platos de comida fríos por el debate acalorado. Me bajo rápidamente de mi lugar, olvide a mi compañía sobre el sillón y no dormiré bien si no comparto mi cena con el orejón rosa.
-¡Regresa a tomar tu cena! -Protesta mi madre alzando la voz a mi padre – ¡Dile algo!
-¡Corre, corre orejón! O aquí quedaremos…-Susurraba en mi interior...
Por fin llegué y el espacio recorrido se me ha hecho largo; aunque más de una vez he escuchado a mi madre cuando conversa con sus amigas diciéndoles que ya no cabemos en este lugar.....
Casi terminamos y el platón regresa junto con un vaso de leche caliente, ¡uaahh! Me he quemado; y nadie lo ha visto, ya quiero terminar pero el pan se cae lentamente y forma un mar de migajas que me hacen pensar en hormigas juguetonas, el vaso se derrama por mi descuido y me llevan a dormir como castigo. Una vez envuelta hasta las orejas con frazadas coloridas y mirando un sinfín de estrellas artificiales en el cielo de mi dormitorio, imagino lo que será mi futuro, no deseo crecer tan de prisa, no anhelo olvidarme de mí, ni de mí entorno para encerrarme en conflictos y deberes absurdos. Emprenderé la huida tan pronto se descuiden…mañana le contaré a orejotas para tomar lo necesario, ¡solo mi abuela lo entenderá! Bostezo de cansancio y zzzz…
Para mi bebé Shocho, por llevar mi vida, pensamientos y emociones más allá del límite del corazón…Eres mi conejo rosa en un mundo gris. ¡¡¡Te quiero tonto!!!
2 comentarios:
Aaaah... ya extrañaba ese tipo de relatos; grax, Taun.
Graxx a ti Danny, estas son las entradas de mi antiguo blog, por fin las recuperé. Eres de mis pocos amigos que no las ha leído asi que espero que te gusten.
Taun We.
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